Description
1- Jugar es inútil, improductivo, autotélico, no “sirve”, por eso es también una propuesta política, eso si, radical.2- Hemos sustituido el àgora por el big data. A los dioses por las marcas. Lo comunitario por lo individual. Lo lúdico-sagrado es ya solo juego hedonista y banal.3- El mundo ya no es un misterio sagrado, sino un argumento de venta. El cuerpo ya no tiene sus correspondencias con el universo, sino que sirve como post-it de un yo competitivo continuamente haciendo por destacar y sentirse protegido. El yo, por eso, es un generador de datos enchufado a internet, un almacén de información para las tecnoempresas y los gobiernos4- El mundo actual está colonizado por la competición: de la gimcana a la spartan race; del parque infantil al box de crossfit; de la pachanga a la liga profesional, todo está igual. No obstante, no se puede negar en estas actividades cierto espíritu que grita “libertad”.. ¿Y no es eso, en cierto modo, a lo que aspiró siempre el yoga?5- Cuando piensas en “juego” o en “jugar”, casi seguro piensas en algo menor e irrelevante (cuando no, pensarás en ludopatía, etc…), pero jugar no es solo un modo de descargar (o renovar) energía, sino toda una dinámica que le da sentido a la vida (piensa en el arte). Es más, en un mundo secular, desdivinizado y desmitificado, jugar (ludus, ludere), señoras y señores ¡es lo más sagrado que hay!6- Toda actividad social es (o podría ser) ludus. Jugar es el “pegamento” de lo social y cultural: desde el juego infantil hasta lo sagrado pasando por la conversación y nuestro lugar en el orden simbólico. De hecho, la cultura misma es juego. No hay forma de salir del juego, aunque se puede situar uno “fuera de juego”, es decir, casi fuera. Y, sin embargo, no percibimos que “la vida” sea algo lúdico más que en ciertas (y demasiado pocas) ocasiones. Los “poderes” han secuestrado nuestra capacidad lúdica y, lo que es peor, nosotros les ayudamos…—Esta es la historia del cambio de las reglas del juego—
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